WASHINGTON. - En la administración de Donald Trump, en las grandes empresas y en los inversores financieros hay una visión casi unánime sobre el futuro de la Argentina. El deseo generalizado es que Mauricio Macri sea reelegido. Y, sobre todo, esperan que no retorne el kirchnerismo al poder, al que no le creen que haya cambiado para moderar sus posturas radicales del pasado. Los grandes inversores, que en los últimos días han comenzado a creer en un escenario de reelección del gobierno de Cambiemos, ven todavía que el equilibrio alcanzado en las últimas semanas por Macri es muy frágil. El cambio de expectativas que mejoraron las condiciones económicas y alimentan un mejor clima antes de los comicios deberá ser ratificado por los votantes, admiten en Washington, que ya comenzó a vaciarse por las vacaciones y la llegada del calor agobiante y pegajoso. En la Casa Blanca reconocen que no están relajados respecto de lo que pueda suceder en la Argentina. Hay mucho en juego en el futuro, porque el gobierno de Trump apostó fuerte para respaldar a Macri en el FMI cuando el país entró en zona de catástrofe en medio de la crisis financiera. Y un cambio de manos en la Casa Rosada podría significar un giro en las relaciones entre ambos países. Puestos a elegir, no dudan: "Preferiríamos la visión de Macri", sostienen en la administración republicana. La desconfianza que provoca aquí un eventual gobierno kirchnerista con Alberto Fernández como presidente es inocultable. Pero esto no significa que los puentes estén rotos o se les cierren las puertas. Al contrario. En las últimas semanas, en el Departamento de Estado se hicieron gestiones ante importantes bancos de inversión para que representantes del kirchnerismo fueran recibidos en Washington para que expusieran sus planes. Lo mismo pasó con empresas y otras agencias de la administración. "Hablamos con todos los que están interesados en hablar con nosotros. Estamos abiertos a todos. Lo peor que podemos hacer es cerrar los puentes", indicó un funcionario de Trump. Sin embargo, la desconfianza sigue abierta. Pasaron ocho años del episodio que protagonizó el entonces canciller Héctor Timerman en Ezeiza, cuando con un alicate abrió equipos del Pentágono que habían llegado en un avión de la Fuerza Aérea norteamericana. Ese conflicto sale a relucir todo el tiempo cuando se habla de un posible retorno del kirchnerismo. Los que vienen, dicen, son los mismos de antes, y ahora dicen que son distintos, pero nadie cree que hayan cambiado. Según el experto en América Latina y director del programa Argentina del Wilson Center, Benjamin Gedan, una de las cuestiones que se miran con suma atención es el rumbo que podría adoptar la economía argentina. Y, señaló en un encuentro en la Cámara de Comercio norteamericana, es difícil hoy determinar qué tipo de relación podría haber entre Estados Unidos y un eventual gobierno de Alberto Fernández-Cristina Kirchner. El sistema político de esta ciudad, que incluye a republicanos y demócratas, apuesta fuerte a una victoria de Macri porque entiende que si gana Cambiemos continuará el programa de fuerte reducción del déficit fiscal como hasta ahora, y habrá un mejoramiento en las condiciones económicas del país. Si la Argentina adopta ese rumbo, sostienen, volverá a crecer, habrá inversiones y quizá no necesite tener que discutir con el FMI un alargamiento de los plazos para afrontar el pago de la deuda con ese organismo. Con la estabilidad en la economía y una inflación por debajo del 2, 5% se puede disparar un rebote de crecimiento rápido, sostienen en los bancos de inversión. En la embajada argentina estiman que hay una cartera con inversiones aprobadas por unos US$4500 millones y que las empresas esperan el resultado electoral para ejecutarlas. La mayoría sería en Vaca Muerta. La expectativa por el futuro de la explotación de gas y petróleo en ese yacimiento ya llevó al embajador Fernando Oris de Roa cuatro veces en lo que va del año a Houston para reunirse con inversores petroleros. La Cámara de Comercio Norteamericana en la Argentina (AmCham) considera que deben encararse reformas estructurales para darle sustentabilidad y previsibilidad a la economía. Las más importantes, entienden, son la previsional, la tributaria y la laboral, y también repensar el sistema educativo. "Preocupa la corrupción estructural, y el sistema previsional no es sustentable", dijo el director de la AmCham, Alejandro Díaz. Pero aún hay mucho tiempo por recorrer. En el medio están las PASO y las elecciones de octubre. Los bancos y las empresas siguen las encuestas día a día y cualquier variante les cambia el humor. "Si en las PASO el kirchnerismo se acerca al 43% y la diferencia con Cambiemos es de 7 puntos, se terminará la navegación en aguas tranquilas y habrá un poco de rock 'n' roll", señaló un economista de uno de los principales bancos que operan en la Argentina en una reunión con inversores. De todos modos, entiende el banquero, el gobierno tendrá fondos para aguantar posibles turbulencias. Lo que sí genera algunas turbulencias en el vínculo privilegiado que mantiene el gobierno de Macri con la administración de Trump, aunque por ahora sean subterráneas, es la relación argentina con China. El posible acuerdo para el financiamiento de la construcción de una central nuclear con tecnología china cayó pésimo en la Casa Blanca, admitió una fuente diplomática argentina. "Les decimos -sostuvo- que es un proyecto del gobierno anterior y nos dicen '¿por qué lo continúan?'". El gobierno argentino recibió un claro mensaje de la administración Trump: todo lo que sea comercio no hay problemas, pero la preocupación es con las inversiones en el sector de comunicaciones, infraestructura, manejo de datos y energía nuclear.
En Estados Unidos no creen en un nuevo kirchnerismo
WASHINGTON. – En la administración de Donald Trump, en las grandes empresas y en los inversores finan