España se prepara para vivir hoy una de sus elecciones generales disputadas en décadas, con un resultado difícil de predecir y al menos cinco partidos de todo el espectro político con posibilidades de entrar en el Gobierno. El bipartidismo histórico de España se disolvió y ahora se amplió la lucha por llegar al poder, aunque ninguno lograría la mayoría para poder gobernar. A los comicios le seguirán días de largas negociaciones para formar un gobierno de coalición, lo que contribuirá a la incertidumbre política que ya se vive en el país y en el resto de Europa. Además, en menos de un mes se realizarán las elecciones municipales, lo que hará que cada movimiento sea muy lento y más estudiado que en una partida de ajedrez, para que no impacten directamente en los comicios del 26M. En un país dividido, donde la contienda es tan disputada y hay un gran porcentaje de indecisos, nadie se anima a pronosticar un resultado. Ya no es más, como en el pasado, o el PSOE (Partido Socialista Obrero Español) o el PP (Partido Popular). Ninguno estuvo suficientemente a la altura de las expectativas de los españoles y eso abrió lugar a que partidos como Ciudadanos, Podemos o VOX tomen protagonismo y no sean personajes secundarios sino actores principales de los comicios de hoy. Ya no es centroizquierda o centroderecha. El PSOE de Pedro Sánchez es el que más busca mantenerse en el medio, aunque ayer le abrió la puerta a Podemos y aceptaría un gobierno de coalición con el partido de izquierda liderado por Pablo Iglesias, aunque no llegarían a la mayoría absoluta En la vereda de enfrente se encuentra que el bloque de la derecha formado por el conservador PP, el liberal Ciudadanos y la ultraderecha Vox, que de no mediar ninguna sorpresa, tampoco lograría los escaños necesarios para gobernar. En un país poco acostumbrado a las alianzas políticas, es posible que estas elecciones terminen con el primer gobierno en coalición de la democracia. Hasta los mismos candidatos creen que las mayorías han muerto de forma definitiva y la política de bloques y alianzas vividas en la campaña va armando el mapa de los posibles pactos. Luego de sobrellevar casi sin sobresaltos los dos debates televisivos en directo, Sánchez es el principal favorito a ganar los comicios de mañana, aunque se espera que el PSOE consiga alrededor de 115 escaños. El actual jefe de Gobierno de España, que resurgió de las cenizas tras perder las elecciones de 2015 y 2016, realizó el último viernes el acto más multitudinario de su campaña y reforzó la importancia de conseguir los votos necesarios para obtener la mayoría. "Vivimos en una democracia parlamentaria, y ganar no significa gobernar. No vaya a ser que el lunes amanezcamos con un Gobierno de Casado, Rivera de vicepresidente y la ultraderecha a los mandos", dijo el presidente en el mitin realizado el viernes. Necesitado de votos, Sánchez no dudó en plantear la posibilidad de gobernar con ministros de un partido situado a su izquierda como Podemos, aunque sabe que no le alcanzaría para conseguir la mayoría absoluta y tendrá que buscar apoyos externos, como los secesionistas catalanes y los nacionalistas vascos. Tampoco Pablo Iglesias esconde que quiere formar un poder ejecutivo con el PSOE. El líder de Podemos, quien estuvo durante el sábado de reflexión viendo cine en la Sala Mirador de Madrid acompañado de otros candidatos, aspira a formar mayoría con los socialistas y conseguir algunas ministerios para su partido. Con una estructura debilitada y muchos deserciones de primera línea, Iglesias ya no representa la misma fuerza que irrumpió en el país luego de la crisis del 2009 y su participación parece en un principio más de apoyo al PSOE que propia, aunque salió muy fortalecido luego de los debates televisivos. La derecha es toda una incertidumbre. El Partido Popular es históricamente la principal fuerza, pero se debilitó luego de la moción de censura del año pasado sobre el ex presidente Mariano Rajoy. Pablo Casado tendrá que demostrar que puede gobernar el partido y en su lucha por no perder votantes de derecha ante el crecimiento de Ciudadanos y Vox, se mostró abierto a negociar con ambos partidos. Pero todo se vive con gran incertidumbre y las tres fuerzas se disputan los votos indecisos y quienes se sintieron defraudados por el gobierno de Sánchez. Saben de la importancia del ya famoso "voto útil", que puede terminar con una gran sorpresa en la noche del domingo. A pesar de que el PP se mostró abierto frente a Ciudadanos y Vox, ni Albert Rivera ni Santiago Abascal quieren ser partícipes secundarios del gobierno. Ciudadanos aceptaría gobernar con el PP -con Rivera como presidente- y el apoyo parlamentario de Vox, como en Andalucía. Por su parte, Vox busca revolucionar España por su cuenta y aprovechando la corriente ultraderecha que se vive en el mundo, sueña con dar el batacazo y prefiere no hablar de formar gobierno con nadie. Lo sucedido en Andalucía en diciembre pasado es un indicio de lo que puede pasar hoy. El partido de Santiago Abascal fue la revelación en las elecciones regionales de esa provincia al obtener 12 diputados, que fueron la llave para que el PP y Ciudadanos formaran un gobierno de coalición que relevó a los socialistas en el poder después de 36 años. Creen que esa situación se puede repetir mañana y no quieren ser los segundos de nadie, aunque los números digan lo contrario. Con un discurso similar a Marine Le Pen o Donald Trump, Abascal irrumpió en España con una política que estaba floreciendo a nivel mundial pero que todavía no tomaba fuerza a nivel nacional. El líder de la ultraderecha española no esconde sus ideas que a muchos le asustan, como defender la tenencia de armas, un posible muro para frenar la inmigración o querer derogar la ley de protección contra la violencia de género. Insiste y repite la palabra España y se muestra reacio a todo lo que tenga que ver con los pueblos separatistas. "La unidad de España ni se discute ni se negocia en un referéndum", dijo frente a más de 10 mil personas en el acto de cierre de campaña que realizó en la plaza de Colón, en Madrid. Justamente la situación de Catalunya es una de las cuestiones centrales alrededor de estas elecciones. Ni el ralentizamiento económico, ni el alto desempleo (14, 7% según los últimos datos) o la incertidumbre europea por el Brexit tienen tanto peso como un posible nuevo referéndum. Pero no solo Abascal fue quien dijo un "No" rotundo a la independencia catalana. Tanto Casado como Rivera afirmaron que están en contra de una votación y aprovecharon los debates televisivos para acusar al actual presidente de ser cómplice de promover la separación de Catalunya, afirmación que el líder el PSOE negó.
España vota bajo una gran fragmentación y con muchos indecisos
Lejos del viejo bipartidismo, cinco fuerzas disputan una contienda muy pareja. El centroizquierdista PSOE busca seguir en el gobierno, mientras que la ultraderecha de VOX promete ser la promesa de la elección