El abogado Carlos Broitman declaró el lunes durante ocho horas y media ante el juez federal de Dolores, Alejo Ramos Padilla. Dijo que la diputada del ARI, Elisa Carrió hizo presentaciones en sus causas luego de que el grupo operativo de Marcelo Sebastián D’Alessio, presunto agente de la DEA, y Rolando “Rolo” Barreiro, agente de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI), realizaran tareas de inteligencia, seguimientos, intrusiones y espionaje en su estudio jurídico. En tanto, el espía Barreiro habría develado el armado de causas federales y espera convertirse en “un arrepentido colaborador”. El caso amenaza al aparato de Inteligencia del Poder Ejecutivo y sus operaciones sucias junto a periodistas, policías, jueces y fiscales. La visita de dos espías de la AFI al juez que se negó a encarcelar a Pablo Moyano y las presiones de Stornelli a un detenido: falsa delación o cárcel. El sol caía como plomo, cuando el agente de la AFI, Rolando “Rolo” Barreiro desandaba su angustia oral ante el juez federal de Dolores, Alejo Ramos Padilla, por tercer día consecutivo. Sus deposiciones verbales habrían sido preservadas en sobres lacrados, mientras el juez evalúa si acepta que el espía nacido en 1981 pueda convertirse en un “arrepentido” o “imputado colaborador”, de acuerdo a la modalidad de la época jurídica vigente. De ser así, este flamante “colaborador”, podría poner en jaque el presunto armado de causas federales en Comodoro Py. Los casos de los encuadernados con la foto de un cuaderno y la causa de gas licuado, ambas con prisiones preventivas y reclusos políticos, caerían por el peso de las nulidades si se confirmase lo que “Rolo” habría desgranado. La expectativa es tan alta en los sectores de la Inteligencia, anexados al Poder Ejecutivo, que nadie duerme en la central de espías. Los dichos de Barreiro, tal como adelantó este cronista en la nota anterior publicada Nuestras Voces, dejan al desnudo los presuntos manejos de la AFI y la tercerización de operaciones, con el fin de hostigar incluso a dos jueces de la Corte. Nada menos que a su titular, Carlos Rosenkrantz y a Horacio Rosatti. El escándalo trepa por los brazos de la ansiedad y roza a las apologistas de la república, diputadas Elisa Carrió y Paula Oliveto. ¿Por qué? Porque Barreiro habría sostenido que Marcelo Sebastián D’Alessio operaría por presunto encargo de Oliveto. Lo cual habría sido confirmado por el abogado penalista, Carlos Broitman, quien detalló una serie de causas penales donde él intervino como defensor, y la jefa política de Oliveto –Elisa Carrió- aportó profusos escritos judiciales tras presuntas intrusiones, tareas de espionaje, seguimientos y persecuciones, que llegaron hasta el estudio jurídico del propio Broitman, con la instalación micrófonos y cámaras ocultas. El abogado aportó documentación concreta y fotografías de espías y policías, además ratificó todo lo que este cronista publicó en la edición de Nuestras Voces del 1 de abril: Dijo que su defendido Ibar Pérez Corradi, a quien Patricia Bulrrich recibió como si fuese Al Capone en plena Ley Seca, con chaleco antibalas y casco de Guerra, habría sido víctima de una “cacería humana” en Ciudad del Este, Paraguay, que incluyó –reveló Broitman- a un grupo de efectivos paramilitares que serían de la Gendarmería Nacional, una fuerza que depende directamente de la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich. El juez Ramos Padilla le preguntó por qué Marcelo Sebastián D’Alessio tenía en su poder legajos de Inteligencia con el supuesto sello de la AFI sobre planos y datos del paradero de Pérez Corradi en Paraguay. Y Broitman le explicó que los agentes de la desinteligencia nativa lo habrían seguido aquí y en el exterior con la devoción de los conversos. Ese presunto accionar delictivo habría contado, según narró Broitman al juez Ramos Padilla, con la inestimable profesionalidad de D’Alessi. o, “Rolo” Barreiro y el fiscal suspendido de Mercedes, Juan Ignacio Bidone, y una cifra nada despreciable en dólares, que podría haber aportado la asociación ilícita del agente D’Alessio. Recién el pasado 19 de marzo, la diputada Elisa Carrió buscó despegarse de la banda e hizo una jugada típicamente mediatica: denunció a Marcelo Sebastián D’Alessio por enriquecimiento ilícito y logró así algunos títulos. El caso ya lleva 60 días trepidantes. Pero ella, al igual que el fiscal federal, Carlos Stornelli, pasaron de decir que lo habrían visto “dos o tres veces”, en sus laudatorias existencias, a “unas cuatro o cinco veces”. Así lo reflejó uno de los protagonistas estelares de esta obra, Stornelli, quien habría ordenado trabajos de espionaje e inteligencia al presunto agente de EE.UU. Ver nota con el canal de La Nación que, al igual que TN, no desapareció- En esa entrevista en campo amigable, Stornelli dio el título: “D’Alessio podría ser un enfermo psiquiátrico”. ¿Un enfermo psiquiátrico que llevó de la nariz bajo coacción, presentó y casi que le tomó testimonial al ex gerente de PDSA Argentina, Gonzalo Brusa Dovat, en el mismo despacho de Stornelli? ¿Un enfermo psiquiátrico que conocería al defensor del contador Víctor Manzanares, recientemente encuadernado por la dupla del juez Claudio Bonadío y Stornelli, y que fue visto dialogando con el abogado Roberto Herrera dos horas en la antesala del despacho de Stornelli? Todo esto lo refrendó ante el juez Ramos Padilla, la abogada penalista Elizabeth Gasaro a comienzos de marzo. Aquí la crónica de Nuestras Voces que probaría el conocimiento de D’Alessio con Herrera: Nótese la diferencia entre la doctora Gasaro que se presentó a declarar ante el Juzgado Federal de Dolores y la diputada Cívica Libertadora. “Este chico pertenece a La Cámpora”, sostuvo Carrió sobre D’Alessio, sin inmutarse el 1 de marzo. Ver la nota en cuestión. Qué curioso que Carrió no haya dicho lo mismo 19 días después. “Lo vi una vez en el bloque y ya me pareció delirante. Me parece que es delirante y extorsionador. Estuve cinco minutos con él y no me pareció creíble. Tengo 25 años de operaciones encima”, dijo la legisladora, quien esa vez, ya no habló de La Cámpora y prácticamente cometió un sincericidio. Sin embargo, los audios y mensajes de D’Alessio aluden a una relación muy cercana con ella y con Paula Oliveto, a quien el presunto espía de EE.UU. llamaba “Pau”. En el mismo momento en que el juez Ramos Padilla allanó su mansión del country Saint Thomas de Esteban Echeverría en donde halló una docena de autos de alta gama, una escopeta de asalto del Ejército de EE.UU. chapas del FBI, placas de la DEA, los documentos de un yate, y alrededor de dos millones de dólares en efectivo, además de una colección de relojes de primera marca; D’Alessio envió este mensaje a Oliveto: “Mirá, Pau. El que armó esto es un AFI que es de la línea de (Daniel) Angelici puro. Yo ya no entiendo cómo es esta interna de la interna de la interna, dónde se vincula un tipo de Angelici con un operador CFK (Cristina Kirchner). No entiendo, pero sé quién es”. “Pau” no respondió. Pero D’Alessio sí le respondió sobre el allanamiento a una de sus víctimas “apretadas”, Brusa Dovat. “Quédate tranquilo, no es con vos, es conmigo”, le dijo. Poco antes D’Alessio le faltó el respeto al juez Ramos Padilla y pidió hablar a los gritos sin éxito con el presidente Mauricio Macri, la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, y el jefe de la AFI, Gustavo Arribas. Dos de ellos, causalmente, evitaron hablar del mensajero y cuestionaron severamente al juez que intenta poner luz a semejante páramo de oscuridad institucional, con la AFI, que depende del Poder Ejecutivo, en el centro de un escándalo de extorsiones, amenazas a empresarios, presos políticos, operaciones mediáticas y de inteligencia, con periodistas como Daniel Santoro de Clarín, investigado para determinar si es un presunto partícipe necesario de la organización de espías y extorsionadores. Santoro no sería el único. A partir de pruebas y testimonios, el creador del sello “La Cornisa”, Luis Majul, también está bajo la lupa como posible miembro de la misma lista de periodistas presumiblemente favorecidos por el grupo estatal de D’Alessio y las presuntas escuchas ilegales que habrían disparado como reguero de pólvora desde la AFI, a través de agentes presuntamente cercanos a Silvia Majdanali, cuyas apellidos serían “D” y “P”. Al menos así lo habría afirmado “Rolo” Barreiro ante Ramos Padilla, justo ahora que el sopor se comprime como el tiempo. Entre agosto y septiembre de 2018, el juez de Garantías de Avellaneda, Luis Carzoglio, recuerda que recibió la visita de dos agentes de la AFI. Los recibió en su despacho. Le dijeron que el presidente Macri quería que encarcelara de inmediato al dirigente camionero, Pablo Moyano, y que esa, digamos, iniciativa, era “una obsesión de la Agencia”. Por eso estaban allí. Acto seguido le preguntaron: “¿Usted qué quiere, doctor?”. Como Carzoglio esperó la vista del expediente y resolvió no hacer lugar a la prisión de Moyano, su vida de trastocó para siempre. Tiene un pedido de juicio político, su esposa se enfermó de gravedad, y él anda con custodia policial todo el día. ¿El motivo? No haberse prestado al mecanismo de la cadena de “arrepentidos” del Poder Ejecutivo. Carzoglio escuchó una voz en el teléfono y era Elisa Carrió. Le habló de la República, de su valor, él le envió las denuncias contra la AFI y la secretaria personal de Carrió lo recibió unas tres veces. Luego la dama cívica desapareció de la escena. Aquí la nota radial con Emmanuel Herrera donde el juez Carzoglio narró su calvario personal. “Creo que ya perdimos la República, porque no funciona la Justicia”, dijo. No es el único caso. El constitucionalista Eduardo Barcesat, representante legal del empresario, Gerardo Ferreyra, propietario de Electroingeniería y Radio Del Plata contó el lunes 1 de abril en La Plata en diálogo con este cronista: “Hoy estuve en la cárcel visitando a Gerardo Ferreyra. Me hicieron esperar dos horas. Cuando lo vi a Gerardo me recordó el cruce verbal que tuvo con Stornelli. El fiscal le dijo que si quería salir en libertad y ver a su mujer y su hijo debía “denunciar a los mugrientos”. Mi cliente preguntó de qué “mugrientos” hablaba y el fiscal le respondió: “De Néstor y Cristina Kirchner y sus ministros”. Entonces, Ferreyra sostuvo ante Stornelli, según Barcesat, que nunca haría semejante felonía, porque no tenía nada para reprocharle ni a Néstor ni a Cristina Kirchner. Acto seguido, el fiscal Stornelli habría remarcado la siguiente frase: “Las cosas son así…”. La misma frase selló el destino del agente de la AFI, “Rolo” Barreiro. - Comentarios
Vinculan a Carrió con la banda de espías de D’Alessio y "Rolo" Barreiro
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